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El buen anfitrión

2019-05-24

Ser buen anfitrión es un arte compuesto en partes iguales por habilidad, creatividad y esmero. Es una aptitud que para algunas personas puede resultar natural e instintiva y que quien no lo siente como algo espontáneo puede ir adquiriendo y mejorando, desarrollando un interés creciente por la etiqueta de la mesa que a lo largo de los siglos ha logrado unir arte y cultura en la mesa.
 
En la estación más apacible del año, la primavera, el deseo de frescura, de colores animados y de ligereza nos lleva a organizar pequeños grandes eventos entre las paredes del hogar, descubriendo espacios poco utilizados tanto dentro como al aire libre, y haciéndonos reinterpretarlos de forma fantasiosa, no solo para dar rienda suelta a una creatividad bulliciosa sino también para satisfacer el deseo de compartir con los demás, disfrutando de la compañía y del momento.
 
Para recibir invitados de la mejor forma es imprescindible contar con un mínimo de preparación. Al poner la mesa, ya sea para una ocasión formal o informal, los contrastes siempre resultan interesantes, sobre todo si se trata de un espacio privado e íntimo. De la misma forma, usar una paleta de colores coordinada, con matices y gradaciones armonizados, revela una intuición seductora y especialmente sofisticada.
 

Las nuevas tendencias van cada vez más en la dirección de poner la mesa ldquo;al desnudo”, eliminando los manteles y utilizando directamente el apoyo disponible. La razón es principalmente aprovechar las superficies matéricas, como el Sand Earth de SapienStone, que da la posibilidad de disfrutar en compañía de forma sencilla, natural y penetrante, reunidos alrededor del intrigante contraste de una vajilla elegante en contacto directo con una superficie de textura profunda como la de la piedra, realzada por colores cálidos y acogedores, resultado de la acertada combinación de arcillas marrones.

Esto le da la posibilidad al anfitrión de crear una mesa con mezclas insólitas y creativas, jugando con la superposición de materiales distintos y buscando el equilibrio entre líneas y estructuras de lenguajes aparentemente distintos pero que en realidad se combinan perfectamente entre sí.
 
La elegancia y la distinción modernas pasan a través de canales sensoriales mucho más complejos y exigentes respecto al pasado, siempre tendiendo a una búsqueda de originalidad, dentro del marco del buen gusto. Es perfectamente aceptable poner la mesa con platos de cerámica fina decorada a mano, con adornos de porcelana o elegantes piezas de plata, asociados con elementos de sabor más actual y divertido, como una cubertería informal de tonos cambiantes o cristales contemporáneos en varios colores.

La decoración, intencionalmente sencilla de realizar, sugiere el empleo de materiales naturales como pequeñas plantas, en verdes distintos y flores de temporada variopintas, pero se enriquece también con la presencia de objetos reciclados, de recuerdos de viajes o de utensilios de tradición familiar.
 
No existe en realidad una puesta de mesa “correcta” o “equivocada” sino que es posible expresar conceptos de mesa diferentes según cada ocasión. Una mesa puede arreglarse de forma que sea fresca y coloreada, pero audaz y delicada a la vez. Los elementos más sencillos pueden combinarse perfectamente con una elección de arreglo elegante y cuidadosamente estudiado, creando una mezcla de estilos diversos que se convierte en el auténtico toque estilístico del anfitrión, resultando siempre único y acogedor.
 
Las reglas para conseguir una mesa perfecta son esencialmente tres: proporción, armonía y ritmo. El sitio de cada comensal debería asegurar por lo menos 60 cm de espacio con un asiento cómodo y bien centrado con el plato. La simetría también es un elemento fundamental para lograr el equilibrio: los platos, vasos y cubiertos deben estar bien alineados y no deben ser demasiado, así la mesa resulta mucho más agradable a la vista y práctica a la hora de usar las cosas.
 
La mesa se arregla con el objetivo de transmitir una sensación, un deseo, una emoción. Tiene que resultar una sorpresa de formas y colores que invade los ojos, y mejor si se combina con una sinfonía de perfumes que traspasan los sentidos.
 
Una famosa canción del cantautor italiano De Andrè decía “la primavera no llama a la puerta, entra con decisión...” pero si la primavera se retrasa ¡la solución perfecta es recrearla en la mesa!
 
Giorgia Fantin Borghi
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